La integración económica y comercial de Norteamérica, reforzada por el TMEC, representa una oportunidad histórica para consolidar una región competitiva, innovadora y conectada. México, Estados Unidos y Canadá cuentan con el potencial de impulsar el empleo, la inversión y el desarrollo conjunto a través de un bloque que puede redefinir la dinámica global.
Este potencial no es una proyección futura, sino una realidad que ya se manifiesta en sectores estratégicos donde la cooperación trilateral ha transformado profundamente la competitividad regional. Uno de los ejemplos más contundentes de esta integración es la industria automotriz: un motor económico que refleja cómo las cadenas de valor compartidas pueden generar crecimiento sostenido, innovación tecnológica y empleo de calidad para la región.
La fuerza global de Norteamérica y su motor automotriz
Norteamérica es ya una de las regiones económicas más poderosas del mundo: representa cerca del 28% del PIB global y genera más de 18 billones de dólares en conjunto. El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) ha sido una herramienta clave para fortalecer esta integración, convirtiéndola no solo en un marco legal, sino en una plataforma estratégica para competir globalmente. A través del T-MEC, los tres países han establecido un sistema de coproducción único, altamente complementario.
La industria automotriz es uno de los mejores ejemplos de cómo la integración regional ha generado prosperidad compartida. Este sector representa el 4.5% del PIB mexicano y genera más de un millón de empleos directos. General Motors produjo cerca de 900 mil vehículos en 2024, uno de cada cuatro en el país. Este nivel de integración es posible gracias a las reglas de origen del T-MEC, que exigen un contenido regional del 75% en vehículos: una meta que GM ya supera, fortaleciendo el tejido industrial y tecnológico del país.
La industria de vehículos pesados, representada por ANPACT, también es fundamental: México es el principal exportador de tractocamiones a EE. UU., moviendo el 70% del valor del comercio regional por carretera. El sector aporta el 4.7% del PIB nacional y genera más de 100 mil empleos directos e indirectos. Cada componente de estos vehículos cruza la frontera hasta siete veces antes de ensamblarse, demostrando el alto nivel de integración de las cadenas de valor norteamericanas.
Por su parte, empresas como 3M reafirman la lógica de invertir en esta región. Con tres plantas en México que abastecen principalmente al mercado norteamericano, 3M demuestra cómo la integración regional permite escalar operaciones, generar empleo y consolidar presencia global.
Retos que debemos superar juntos
Aunque la integración es una realidad operativa, aún existen retos importantes que pueden frenar su consolidación:
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Desarrollo de talento especializado: México enfrenta un déficit del 40% en perfiles técnicos STEM, lo que limita la adopción tecnológica en sectores clave.
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Infraestructura y logística: La saturación de puertos, la falta de carreteras seguras, y la limitada capacidad energética son obstáculos clave para seguir atrayendo inversión.
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Certidumbre regulatoria: La revisión del T-MEC en 2026 genera preocupación. Los sectores productivos, como el sector automotriz, necesitan estabilidad para planear e invertir a largo plazo.
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Actualización tecnológica e inclusión de nuevas reglas: La digitalización, la inteligencia artificial y la economía circular ya son una realidad productiva. El tratado debe evolucionar para incluir estos elementos estratégicos, de la mano de un marco laboral y ambiental homologado en los tres países.
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Pasos para fortalecer la región.
El consenso es claro: sí estamos “driving forward”, pero necesitamos acelerar. Estas son algunas acciones clave para lograrlo:
- Aumentar el contenido regional:
Identificar y desarrollar capacidades industriales aún ausentes en la región, como semiconductores o autopartes electrónicas. Traer de vuelta manufactura desde Asia y fortalecer la cadena TIER 2 y TIER 3.
- Promover la formación dual y el talento STEM:
Vincular universidades con industria para formar el talento que la manufactura avanzada necesita.
- Invertir en infraestructura crítica:
Carreteras, energía, ferrocarriles y aduanas deben alinearse con las necesidades de una región competitiva.
- Combatir prácticas que afectan al mercado interno:
Como la importación de vehículos usados.
- Fortalecer el diálogo público-privado:
Las empresas ejecutan la integración todos los días; su voz debe guiar la revisión del T-MEC.
Conclusión: apostar por Norteamérica es apostar al futuro
Norteamérica no es solo un tratado: es una visión compartida de desarrollo económico, integración productiva y liderazgo global. Somos más fuertes juntos que separados. El T-MEC nos brinda una base legal sólida, pero el éxito dependerá del trabajo conjunto entre gobiernos y empresas para acelerar un modelo de crecimiento sostenible, seguro e inclusivo. La pregunta no es si vamos avanzando, sino a qué velocidad queremos llegar al futuro.
AMERICAN CHAMBER/MEXICO