
La migración como oportunidad económica para México
En un momento en que la migración suele ser tratada como crisis o amenaza, el panel “Migration: Legal Pathways for Success” ofreció una lectura más matizada y estratégica: ver a las personas migrantes no solo como sujetos de asistencia, sino como actores económicos clave para el presente y futuro de México. Moderado por Hannah Töpler, fundadora de Intrare, el panel reunió a Andrew Selee (Migration Policy Institute), Dana Graber Ladek (OIM México) y Roberto Campa (FEMSA), para explorar cómo el sector privado puede —y debe— jugar un rol central en la integración laboral de personas migrantes y repatriadas.
Andrew Selee abrió la conversación con una afirmación contundente: “El tema migratorio es más económico que humanitario”.

Para el presidente del Migration Policy Institute, Estados Unidos depende de la migración para el crecimiento de su mercado laboral, y México comienza a transitar por una vía similar. Señaló que el país enfrenta una demografía cambiante, especialmente en el norte y en sectores como la agroindustria, donde ya se siente la escasez de mano de obra. En ese contexto, tanto los migrantes que llegan como los mexicanos que podrían ser deportados en el futuro representan un capital humano valioso. “Muchos de los retornados tienen habilidades adquiridas en EE.UU. que pueden aprovecharse aquí”, explicó, evocando el concepto de skills of the unskilled: capacidades informales pero clave, como administrar pequeños negocios o manejar relaciones con clientes en otro idioma.
Por su parte, Dana Graber Ladek ofreció una visión precisa sobre los flujos actuales. Si bien se ha registrado una caída importante en los cruces irregulares hacia Estados Unidos y por el Darién, en México se identificaron más de 900 mil personas migrantes sin documentos solo en 2023. Muchas de estas personas no buscan regresar a sus países de origen:
“El 72% de quienes entrevistamos no planea volver. Huyen de pobreza extrema, violencia o efectos del cambio climático”, compartió. Frente a esto, Graber enfatizó el potencial de la integración laboral: “Hay una situación gana-gana-gana: personas que quieren trabajar, empresas con vacantes, y una economía nacional que necesita dinamismo”.
Desde el sector empresarial, Roberto Campa ofreció un caso concreto de cómo esta integración puede ser exitosa. FEMSA, que ha contratado a más de 4 mil personas refugiadas desde 2019, inició este camino por necesidad —en algunas tiendas Oxxo era difícil cubrir vacantes— y descubrió grandes beneficios.
“La rotación de personal fue menor, la productividad aumentó y el ambiente laboral mejoró”, explicó. Además, compartió cómo las empresas están trabajando con el gobierno para ofrecer empleo a personas repatriadas: hay más de 60 mil vacantes disponibles en todo el país. Aunque los retornos masivos aún no ocurren, “las empresas están listas”, dijo.
El reto, según los panelistas, es pasar de proyectos aislados a una transformación estructural. Töpler subrayó que ya existe infraestructura —desde la OIM hasta plataformas como Intrare— para capacitar, documentar y vincular a personas migrantes con empresas. Pero falta voluntad política y un cambio de narrativa.
“México es de los pocos países donde el empresariado ha empujado una visión positiva sobre la migración”, apuntó, haciendo un llamado a escalar estos esfuerzos.
Graber remató con una reflexión poderosa:
“Para las personas migrantes, lo primero que piden es un ingreso, después alimento, y luego documentación”.
Asegurar vías legales de trabajo dignas es, por tanto, una necesidad urgente y una oportunidad del país. La migración, bien gestionada, no solo puede aliviar crisis humanitarias: puede ser uno de los motores más importantes del desarrollo económico de México en los años por venir.

AMERICAN CHAMBER/MEXICO
Ciudad de México | 02 | abril | 2025
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